martes, 11 de octubre de 2011

BAJO RENDIMIENTO ESCOLAR


1-Aproximación al problema
2-Plan de Evaluación propuesto
3-Buscando soluciones

1- APROXIMACIÓN AL PROBLEMA


-Uno de los temás de mayor preocupación en el desarrollo de nuestros hijos es el de su rendimiento escolar. Ello es justificable por los temores que nos genera su porvenir o futuro profesional y económico. Actualmente el tema parece haber ido más allá del ámbito individual y se utilizan términos como el de "fracaso escolar" para hacer colectivo un problema que, en los últimos años, se ha agravado y que incorpora elementos externos al propio escolar, como pueden ser la idoneidad de los actuales modelos educativos.

-En esta sección se tratará el problema desde el punto de vista individual, es decir, desde la perspectiva del niño que tiene problemas en el aprendizaje. No estamos hablando de niños que presenten retraso mental o trastornos severos del desarrollo (T.G.D.) sino de niños que por un motivo u otro, no avanzan en el aprendizaje escolar como sería de esperar.

-Las causas del mal rendimiento escolar suelen ser múltiples. Desde factores internos de tipo genético o la propia motivación del niño a acudir a clase, a condicionantes ambientales como el entorno socio-cultural o el ambiente emocional de la familia. Es un problema complejo ya que cada niño es un caso peculiar con sus propios ritmos de aprendizaje, sus puntos fuertes y débiles. Algunos necesitan más tiempo para integrar la información, otros son más rápidos. Los hay con serios problema para trabajar en actividades que requieren procesar información de forma secuencial (lectura, matemáticas...), mientras que otros las tienen cuando la información es presentada simultáneamente y dependen de la discriminación visual.

-Actualmente se habla de Trastornos específicos del Aprendizaje para designar un conjunto de síntomas que provocan una disminución significativa en el rendimiento escolar de los niños que lo padecen. Trastornos como los de la lectura (dislexia), de la escritura (disgrafía) o de cálculo (discalculia) se dan en niños con un C.I. dentro de la normalidad pero que cursan con grandes dificultades al fallar en procesos concretos.

-Evidentemente no tenemos un sistema de enseñanza personalizado a las necesidades de cada niño. Más bien al contrario, es el niño quien debe ajustarse al ritmo que marcan los objetivos curriculares y estos no saben de diferencias individuales. Pese a que se suelen hacer esfuerzos con adaptaciones curriculares, no siempre todos los niños, especialmente aquellos que están en el límite pueden recibir la atención individualizada que necesitan.

-Los problemas de aprendizaje también pueden ser consecuencia o ir acompañados, agravando el problema, de trastornos con implicaciones conductuales cómo el TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad). En este caso los niños que lo padecen, pueden presentar, curiosamente, un nivel de inteligencia medio o incluso mayor que la media de su edad, es decir, disponen de un buen potencial pero no desarrollan normalmente el aprendizaje debido a los déficits específicos en la atención o control de los impulsos. Todos estos aspectos deben ser evaluados antes de trazar un plan de intervención..

-Es importante señalar que, con cierta frecuencia, los retrasos del aprendizaje en los primeros años de escolarización suelen ser minimizados bajo el pretexto que el niño ya los irá asumiendo (lectura, escritura, etc.). Ciertamente, ya se ha dicho, que cada niño tiene su propio ritmo, pero no afrontar el problema desde inicio nos puede llevar a lamentar después la perdida de un tiempo precioso.

-Cuando los problemas aparecen en un momento dado de la escolarización, se puede hipotetizar con la presencia eventual de factores emocionales que están condicionando negativamente el aprendizaje (separación padres, pérdidas, cambio de escuela...). Por el contrario, cuando el retraso es acumulativo y ya se puso de manifiesto en las primeras etapas, hay que analizar con detalle la historia evolutiva. Pese a que cada niño sigue su propio ritmo, los retrasos de ciertos aprendizajes en los primeros años suelen anticipar un mayor riesgo de problemas en la etapa escolar. Como regla general: Cuanto antes se evalúe y se intervenga para corregirlos, mejor será el pronóstico.

2- PLAN EVALUACIÓN PROPUESTO

-Hay que insistir en la necesidad de efectuar una buena evaluación psicopedagógica, tan pronto se detectan signos o síntomas de que un niño o niña presenta dificultades en algún área. Hoy en día disponemos de pruebas de evaluación suficientemente contrastadas para efectuar una exploración del Cociente Intelectual (C.I.) y sacar las pertinentes conclusiones. Ello nos dará una idea muy aproximada del nivel de funcionamiento del niño respecto a los demás niños de su misma edad.

-En concreto la Batería Kaufman  (de 2,5 a 12,5 años) y el conocido WISC-R (de 6 a 15 años) o WISC-IV (nueva edición actualizada), son instrumentos que suponen un buen punto de partida. Sin embargo la exploración debería completarse con pruebas más específicas a partir de los resultados obtenidos con estas pruebas. Por ejemplo, si se detecta una mala coordinación viso-motora, puede complementarse con el Test de Bender.

-Especialmente, cuando no se detectan discapacidades intelectuales significativas en estas pruebas, se hace necesario la incorporación, según el caso, de pruebas de personalidad y/o emocionales, para poder evaluar otros aspectos del funcionamiento del niño (p.e. adaptación al entorno social, familiar, escolar) que pueden estar influyendo en su mal rendimiento académico. Cada caso es diferente y requerirá una evaluación personalizada.

-En algunos casos (p.e. personas de otra cultura o con limitaciones en su lenguaje), cuando necesitemos explorar las capacidades cognitivas deberán utilizarse pruebas libres de la influencia del lenguaje o de la cultura propia. Las pruebas típicas en estos casos son las de series de relaciones lógicas (Inteligencia General: Test de Raven, Toni-2, etc...).

-A modo de ejemplo se propone el siguiente Esquema Evaluativo:
Esquema ejemplo de Evaluación:

Buscando soluciones

No es tan importante el C.I.(Cociente Intelectual) Total, como el análisis fino de los procesos que están fallando (diferentes tipos de memoria , atención, percepción, procesos lingüísticos, etc...) y, cuando sea posible, delimitar sus causas, sean orgánicas, conductuales o emocionales. Por ejemplo, un niño puede presentar una disgrafía a consecuencia de una lateralidad cruzada o contrariada y no por que tenga menos aptitudes generales que sus compañeros.

-Este análisis fino de los factores fuertes y débiles del niño pueden permitirnos el trazar una línea de intervención mucho más efectiva. No sólo basta con verificar que el niño presenta, por ejemplo, un problema específico en el área del cálculo. Es necesario averiguar si este problema se da indistintamente si la presentación del problema se efectúa vía oral o escrita. Ocurre con frecuencia el encontrar resultados contradictorios según la forma de efectuar la prueba. Ello es indicativo de que hay un proceso específico que está fallando y es al que le tenemos que prestar atención.
La evaluación debe efectuarse a conciencia y utilizando las pruebas psicométricas que sean necesarias.

-En ocasiones, como se ha apuntado, el problema no se debe a la falta de capacidades sino a problemas emocionales que condicionan el retraso en el aprendizaje. En estos casos la intervención será básicamente psicológica e irá encaminada a tratar el problema raíz. Con frecuencia, factores emocionales y trastornos específicos del aprendizaje concurren conjuntamente por lo que la intervención puede plantearse de forma multidisciplinar.

Otros factores de riego a considerar son cuando los problemas de aprendizaje forman parte de una constelación mayor de manifestaciones conductuales, familiares, sociales, etc... Entonces, el ámbito de intervención psicológica puede ser más amplio y complejo. (Ver: "Orígenes y causas de los problemas de conducta en niños")

El objetivo de la evaluación debe ser concretar el ámbito de actuación. Dicha evaluación debe plasmarse en un informe en el que se describan los resultados obtenidos y, a partir de ellos, se den las correspondientes pautas de tratamiento o intervención. Los padres obtienen de esta forma, una información precisa para conocer el alcance real de los problemas detectados y sus posibles soluciones. Dependiendo de los mismos, puede necesitarse la participación de otros profesionales especializados tales como logopedas, pedagogos, etc...

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